CUARTETA REVELADA EN UN SUEÑO (Publicado en Golfa: León, Mex.; octubre, 2018)

Tuve una teopatía (todo sueño lo es). Soñé con un himno religioso perfectamente escrito en endecasílabos y lleno de juegos de sonido. Yo estaba entre un grupo de gente humilde, donde había principalmente niños y este himno tenía entre ellos como una intensión didáctica. Yo lo leí varias veces y lo escuché recitar a coro. Recuerdo que el himno era breve y estaba compuesto de unos dos cuartetos de rima abrazada y con rimas internas simétricas. Era, pues, muy fácil de recordar y estaba como lleno de connotaciones religiosas. Recuerdo que el sueño se empezó a quebrar cuando yo me di cuenta de la belleza estructural del poema, sencillo, pero de una construcción armónica e inteligente y de que, a pesar de saber ya que lo estaba soñando, no recordaba su autor ni lo había compuesto yo. Fue entonces cuando empecé a despertar y una fuerza muy grande y alegre dentro de mí me hizo pararme para escribirlo. Yo prendí la computadora con prisa y comencé a teclearlo pues tenía su música muy reciente en mi oído y memoria. Pero, conforme estaba cada vez más despierto, el himno se iba borrando de mi mente y sólo acerté a transcribir esta cuarteta. Ahora no sé si es la inicial o la final; pero me parece que en sí misma tiene un sentido completo. Tan sólo le agregué los signos de puntuación que no acertaba a recordar pero que su misma música sopone. Luego volví a verme invadido por el sueño. Cuando volví a despertar, reparé mejor en la cuarteta y la medí incrédulo. Cada verso tiene exactamente once sílabas poéticas y yo jamás he escrito bajo esa preceptiva, y no sé si de verdad pueda hacerlo. Busqué la cuarteta en internet y en mis libros de poesía barroca y no hallé absolutamente nada relacionado con ella. Pero había algo que no me cuadraba mucho: la imagen de los cordones; se me hacía poética y bella, pero no le encontraba suficiente relación con el contexto, y sólo la veía como un elemento decorativo. Pero luego, investigué acerca de los sentidos herméticos de esa imagen y encuentro que es un símbolo místico de la unión espiritual y los lazos de amor de los hombres entre sí y con Dios. Es todo.  Le puse el título de “Cuarteta revelado en un sueño”.

*

Con canciones, cordones y corderos
–pendones de la eterna llamarada:
así en los corazones con cencerros,
haremos resurgir nuestra alborada.

CANCIÓN DE AMOR DE LA MUCHACHA LOCA de Sylvia Plath (Versión de Aleqs Garrigóz) (Publicado en Golfa: León, Méx.; Septiembre, 2018)

Cierro los ojos y todo el mundo cae muerto;
levanto los párpados y todo nace de nuevo.
(Creo que te inventé en mi cabeza.)

Las estrellas van bailando vals en azul y rojo
y la negrura arbitraria galopa:
cierro los ojos y todo el mundo cae muerto.

Soñé que me embrujabas hacia la cama;
y me cantabas lunático, me besabas tan insano.
(Creo que te inventé en mi cabeza.)

Dios se cae del cielo, los fuegos del infierno se desvanecen;
escapan serafines y hombres de Satanás:
cierro los ojos y todo el mundo cae muerto.

Fantaseé que volverías como dijiste,
pero envejezco y olvido tu nombre.
(Creo que te inventé en mi cabeza.)

Debí haber amado a un pájaro del trueno en vez de a ti;
al menos cuando llega la primavera ruge nuevamente.
Cierro los ojos y todo el mundo cae muerto.
(Creo que te inventé en mi cabeza.)

 

TRES TRADUCCIONES DE POEMAS DE EMILY DICKSINSON (Publicado en Golfa: León, Mex.; abril, 2018)

EL CEREBRO

El cerebro es más ancho que el cielo;
ponlos juntos
y uno contendrá al otro
con facilidad, y ti, además.

El cerebro es más profundo que el mar;
al contenerlos, azul con azul,
y el uno al otro absorberá,
como una esponja.

El cerebro es el solo peso de Dios;
levántalos, libra por libra,
y diferirán, si lo hacen,
como la sílaba difiere del sonido.

 

SENTÍ UN FUNERAL EN MI CEREBRO

Sentí un funeral en mi cerebro;
y dolientes de un lado para el otro
seguían pisoteando, pisoteando, hasta que pareció
que el Sentido estaba abriéndose camino.

Y cuando todos estaban sentados,
una liturgia, como un tambor
siguió batiendo, batiendo, hasta que pensé
que mi mente estaba entumeciéndose.

Y luego los estuché levantar un ataúd
–que crujió a través de mi alma–
con esas mismas botas de plomo, otra vez;
luego el espacio empezó a tañer

como si todos los cielos fueran una campana,
y el Ser sólo una oreja
y yo, y el silencio, alguna raza extraña
arruinada, solitaria, allí.

Y luego un vacío en la razón se quebró
y descendí y descendí
hasta llegar de golpe al mundo en cada zambullida;
y terminé sabiendo –sólo entonces.

EL CIELO ESTÁ BAJO

El cielo está bajo, las nubes son feas;
un viajero copo de nieve
a través de un granero o de un surco
debate si irá.

Un flaco viento se queja todo el día
de cómo alguien lo trató.

La Naturaleza, como nosotros, es a veces atrapada
sin su diadema.
Emily-Dickinson-009